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#YoSoyKronen: Vidas paralelas

Por Luis Mancha
Sociólogo y director del documental Generación Kronen
Anexo en Historias del Kronen ed. commemorativa 25 aniversario
Foto ©Andriy Borodavchuk

Cuando empecé a interesarme por el fenómeno Kronen ya habían pasado cuatro largos años desde que la noche de Reyes de 1994 le dieron el galardón de finalista del premio Nadal a José Ángel Mañas. Por aquel entonces, Mañas ya había desaparecido. Fue el mismo año, 1997, en que el editor de Lengua de Trapo, Pote Huerta, publicó un libro llamado Páginas amarillas, una guía de esa generación, que surgió más como una llamada de la maquinaria editorial y la lógica del universo literario que parecía necesitar una renovación, que como un empeño (más bien remaban en contra) de los autores que supuestamente la componían.

Elegí a esta nueva hornada de escritores para profundizar sobre ese mundo aparte que es el universo literario, siguiendo las ideas de los campos artísticos de Pierre Bourdieu, para constituirlo como el objeto de mi tesis doctoral. Mi elección se basaba en la hipótesis de que el choque de los recién llegados con un mundo que les era ajeno pondría en evidencia la lógica de dicho universo. Pues bien, creo que esto nunca fue más cierto que en el caso de Mañas.

Mi investigación se basaba fundamentalmente en entrevistas en profundidad a escritores, editores y críticos. Y no recuerdo que tuviera problemas para encontrar al resto de escritores que componían ese subcampo de los recién llegados. Algunos (y algunas) eran más ariscos y reacios a ser entrevistados, pero en el caso de José Ángel Mañas ni siquiera tuve la oportunidad de que me rechazara. Simplemente no lograba encontrarlo. A medida que me iba introduciendo en el mundo literario y mi capital social (siguiendo la terminología de Bourdieu) crecía, las posibilidades de encontrar al autor de Historias del Kronen supuestamente deberían haber aumentado; sin embargo, no conseguí más que alguna dirección de correo electrónico fallida. Ya había entrevistado a todos y cinco años después de empezar la tesis seguía sin encontrarle. Me sentía como Tom Hanks en Catch me if you can buscando al personaje de Leonardo DiCaprio. Paradójicamente, cuando se cumplieron veinte años de la publicación de la novela Historias del Kronen y decidí hacer el documental Generación Kronen, los papeles se invirtieron: fue el primero que encontré, en tanto que me dediqué a buscar a otra gente durante buena parte del documental.

«A Luis Mancha, después de una charla curiosa. Un saludo muy cordial. José Ángel Mañas. 16.02.2002». Así me dedicó mi ejemplar de Ciudad rayada la tarde en que por fin nos vimos en un típico bar madrileño. Después de tanto tiempo y dificultades, así como de la imagen que los medios proyectaban de él (la de un chico retraído y con dificultades para enfrentarse a los periodistas, consumidor incluso de ansiolíticos), las expectativas no eran buenas. La técnica de la entrevista en profundidad requiere cierta confianza y honestidad, y no veía tan claro que llegará a conseguir el clima adecuado. Sin embargo, me encontré, atendiendo a mi recuerdo, a un hombre (quizá ya no era el chaval que fue finalista del Nadal) reflexivo, lúcido y abierto, sobre todo, teniendo en cuenta que todavía hoy algunos escritores tienden a sacar las uñas o protegerse ante la palabra «generación», incluso el término «sociología». Como desconfío de los recuerdos, pues no son más que nuestras luces y sombras presentes proyectadas en el lienzo del pasado, rebusco en el altillo el casete testigo de nuestro encuentro. No sin dificultades, pues en esta época no es fácil encontrar un reproductor, escucho la entrevista. Efectivamente, empujado desde sus inicios al centro de la pista, sin la posibilidad de pasearse mínimamente sin ser visto para tratar de descifrar la lógica particular de este universo, Mañas relata una entrada traumática en un mundo donde pagó su éxito fulgurante. Hasta el punto que le daban literalmente la espalda, le retiraban el saludo o cuchicheaban a sus espaldas. Terminó explotando en un artículo que destilaba la bilis acumulada todos esos años…

Y aquí estamos, 25 años después, celebrando una vez más Historias del Kronen. Lejos de las jerarquizaciones entre las cofradías del cuero y los de la condición literaria, de los reproches asociados al costumbrismo o a la música. Ya solo nos queda el texto y sus valores artísticos, si por estos entendemos la capacidad de ser leído en otros contextos históricos y su poder para conmover al lector. También, no seamos ingenuos, puede ser objeto de una lectura a la luz de otras disputas, aunque ninguna como la que ya libró en su día esta novela.

Una vez un compañero de universidad, no sin cierta socarronería, me preguntó que había hecho después de aquella investigación. Me quedé callado. Después de la tesis, varios artículos y un documental sobre el fenómeno, a veces tengo la sensación, y probablemente le pase a Mañas, que nunca salí del Kronen.

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